La tangana y el tirón
Este fin de semana fue especial para el deporte español, no sólo por la cantidad de acontecimientos, si no por el éxito cosechado por nuestros deportistas. A cualquier país europeo y mundial le encantaría rellenar sus portadas y editoriales con la victoria, en las tres categorías de motociclismo, de sus pilotos, con la victoria y liderato en la etapa reina de la Vuelta Ciclista España, con la final de la supercopa de fútbol sala entre dos de los cuatro mejores equipos del mundo, con la final de la supercopa de balonmano con récord de espectadores y también dos equipos de primer orden mundial, con la victoria aplastante de la ÑBA ante los anfitriones y favoritos lituanos… Por una vez y pese a todo lo sembrado por su anterior director Eduardo Inda, el diario Marca ha sido el más afortunado en su portada.
Sin embargo, los informativos de televisión en su mayoría, han optado por el vídeo del calambre de Rafa Nadal en la sala de prensa del US Open. Como anécdota está bien pero como noticia de primera plana… la vulgaridad de los medios de comunicación, salvo raras excepciones, está tocando techo y acercándose al abismo por partes iguales
Una vez hecha la presentación de la prensa que padecemos y a la que nos enfrentamos continuamente, me gustaría hablar sobre el tema de moda en el fútbol: el toque del Barça y la pegada del Madrid, perdón pero me he dejado llevar, me refería a las tanganas.
En primer lugar y ante todo, una pelea en cualquier lugar en el que se respire deporte tendría que ser criticada. Cuando el campo de fútbol se convierte en un escaparate mundial y los jugadores una referencia para muchos niños y no tan niños, la condena tendría que ser total y unánime.
Sin embargo, los periodistas de hoy en día, jueces de todo, aprendices de mucho y sabios de nada, tienen un doble rasero a la hora de calificar las peleas. Para algunos la actitud de los jugadores del Madrid ante el Barça es de canallas, agresiva y rozando lo penal. Para esos mismos, la trifulca de los jugadores de la Selección es una lección de unidad y de solidaridad dentro del equipo, llegando a titular: "Familia que pelea unida, permanece unida".
Sincera y lamentablemente, lo único que se demuestra con el esperpéntico y habitual espectáculo, es que parte de nuestros jugadores, independientemente de los colores, pertenecen a la camorra futbolística, que a la mínima que tienen aprovechan la oportunidad para liarse a tortazo limpio y no debemos sentirnos felices de ello, aunque la prensa lo entienda como una reconciliación a una ruptura fomentada por ellos mismos, una separación que vende mucho y satisface sus cuotas de mercado.
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